02/08/2021 Autor: Mtro. Orlando Reyes Navarro

La pandemia por COVID-19 vino a sacudir de manera colosal toda nuestra realidad y la forma en que vivimos nuestra vida. Una de las ideas que se empezaron a cuestionar es ¿qué es la salud mental y cómo me afecta su atención o descuido?  

Para bien o para mal, la pandemia empezó a evidenciar en toda la población la necesidad de cuidar nuestra salud mental para cumplir todas las tareas de los roles que desempeñamos a diario. Ya sea si somos cuidadores de niñas o niños pequeños, responsables de un equipo de trabajo, docentes en una universidad, terapeutas en una institución pública, todos y cada uno de los roles que desempeñamos depende directamente de nuestro estado de salud tanto física como emocional.  

Como personas funcionales de la sociedad, necesitamos reconocer cuando algo no está bien y qué debemos hacer para solucionarlo. Cuando nuestro ordenador o dispositivo móvil está dañado, recurrimos a una persona que nos brinde soporte técnico, nos haga una valoración, compre los repuestos necesarios. Cuando tenemos alguna molestia física o dolor en nuestro cuerpo, recurrimos a una persona médica que nos haga las pruebas necesarias, nos dé el diagnóstico adecuado y nos brinde el tratamiento necesario para recuperar nuestra salud. Pero ¿qué pasa cuando el malestar es a nivel psíquico, emocional o racional? ¿Acaso recurrimos a algún médico de la mente o doctora del pensamiento? 

Afortunadamente son cada vez más las personas que empiezan a recurrir a una persona especialista en la salud mental. El problema empieza en que la atención psicológica como forma de atender la salud mental no siempre está al alcance de todas las personas y por lo tanto se convierte en un privilegio que no todas las personas pueden tener. Es importante recordar que la salud mental es un derecho humano para todas las personas y es obligación del Estado cubrir esta necesidad tan grande en la población. 

¿Cómo atiende el Estado esta enorme necesidad?

A través de diferentes instituciones públicas que entre sus programas se encuentra la atención psicológica para todas las edades. Una persona puede acercarse a una de estas instituciones cercanas a su vivienda y después de cumplir con los requisitos mínimos y empezar a recibir la atención psicológica. 

Todo suena muy bien desde la descripción del programa, pero la realidad es muy diferente. Como mencioné en un principio, son cada vez más las personas que se están empezando a preocupar por su bienestar emocional y buscar alguna alternativa para resolver su malestar. Esto a nivel institucional se manifiesta en una amplia demanda del servicio de atención psicológica, son cada vez más y más personas las que van a pedir el servicio.  

Comencé a trabajar en una institución pública en diciembre del 2019, pero tres meses antes retomé mis estudios de posgrado en la Maestría en Terapia Familiar con Enfoque Breve Sistémico de la Universidad Metropolitana de Monterrey. Contaba con la ventaja de que las teorías y técnicas que aprendía en la maestría, las ponía en práctica en la misma semana debido a la alta demanda de casos que existen en la institución. Muchos compañeros y compañeras de la maestría no contaban con la misma ventaja que yo de poner en práctica los aprendizajes teóricos, ya que no se desempeñaban precisamente en un área laboral de corte clínico. 

La terapia breve sistémica tiene un montón de postulados que corroboran su efectividad y eficiencia (Nardine & Watzlawick, 1990) pero yo quiero enfatizar las ventajas que existen en llevar a cabo este tipo de terapia y ponerlo en práctica en un contexto institucional.  

Las personas que recurren a las instituciones para recibir atención psicológica lo hacen por malestares concretos, reales y físicos. Problemas reales y presentes, casi tangibles. Son muchas las causas que hacen que las personas se acerquen a tomar terapia. No les interesa en cuál teoría tengo mi formación o mi experiencia, no les interesa la pirámide de no se quien o los mecanismos de no se qué cosa, uno de mis mejores aprendizajes en la maestría es que el o la paciente no debe adaptarse a nuestro modelo, sino que nosotros como profesionales de la salud mental debemos adaptar nuestra práctica a las necesidades de cada paciente. Simplemente vienen porque se sienten mal, porque les está afectando en el trabajo, les afecta en su rol como cuidadores, les afecta en su relación de pareja y ya no saben qué hacer. 

Yo tenía la información y el conocimiento para que los y las pacientes pudieran sobrellevar su malestar emocional, para poder recuperar el bienestar que les costaba experimentar de nuevo y que nunca se fue por completo. Me comprometí con todos y cada uno de las y los pacientes para brindarles una atención digna y un servicio de calidad, independientemente de la abrumante lista de espera y la agenda tan saturada de pacientes activos. En mi tiempo en la institución he aprendido a poner en práctica muchas técnicas y estrategias terapéuticas ante la gran variedad de casos que he atendido, transformando todo esto en una amplia experiencia profesional. Dar un servicio de calidad a pesar de la alta demanda del servicio también ha sido uno de mis mejores aprendizajes en la maestría. 

Poner en práctica en modelo de la terapia breve sistémica en un ambiente laboral institucional me permitió tener un acercamiento a las necesidades reales de la población, aquella población que no está descrita en los libros de texto euro centristas. El cuidado de la salud mental es una necesidad presente para todas las personas sin importar su situación socioeconómica, edad o sexo. 

Siempre busco promover el crecimiento profesional en todas las personas con las que tengo contacto o acercamiento. Principalmente quiero compartir mi experiencia y las razones por las que recomiendo estudiar una maestría desde mi propia experiencia con el trabajo institucional. 

Mejores herramientas para ayudar a las personas. 

Estar al frente de las necesidades de la gente puede uno conocer un amplio espectro de problemáticas de diferentes tipos. Inevitablemente llegan casos que sobrepasan nuestras posibilidades técnicas incluso después de intentar abordar el problema desde diferentes enfoques. Contar con una maestría me ha permitido tener un amplio abanico de posibilidades para darle el tratamiento más adecuado a las y los pacientes que se acercan al consultorio psicológico. Esto se refleja en la cantidad de pacientes que terminan su proceso terapéutico satisfactoriamente y cómo reconocen estos cambios a través de las preguntas escala (De Shazer, 1991) al principio, durante el tratamiento y al final del proceso terapéutico. 

Mejores resultados en menor tiempo. 

Es inevitable como psicólogo en una institución pública sentirse abrumado ante la amplia demanda de pacientes que llegan a consulta e incluso desde una entrevista inicial tienen una narrativa tan saturada de problemas por todos lados. Pero poner en práctica el modelo de terapia breve sistémica incluso desde la entrevista inicial permite darle la posibilidad al paciente de ver la problemática desde un punto de vista diferente. Estamos hablando que desde la entrevista inicial ya se están poniendo en práctica estrategias de intervención muy sutiles que permiten ver la problemática desde una forma diferente, dando la posibilidad de encontrar una solución a corto o mediano plazo (De Shazer, 1991)

Modelo sistémico aplicado al trabajo. 

A pesar de que una gran parte de mi trabajo como terapeuta se focaliza en la atención a pacientes, también involucra otras actividades administrativas y operativas que se deben cumplir. Comprender las bases de la teoría general de sistemas permite comprender no solo la dinámica familiar que existe en cada paciente, sino la estructura, jerarquía, límites y elementos que integran cualquier sistema y cómo interactúan entre sí (Moreno Fernández, 2014) incluyendo una institución, una empresa, un negocio, etc.  Esto nos permite tener una visión sistémica casi de cualquier cosa y de la misma manera, permite encontrar soluciones más apropiadas a las problemáticas que se presentan en estos contextos, no solamente en un aspecto terapéutico. 

Referencias 

De Shazer, S. (1991). Claves para la solución en terapia breve. Barcelona: Editorial Páidos. 

Moreno Fernández, A. (2014). Manual de Terapia Sistémica: Principios y herramientas de intervención. Bilbao: Editorial Desclée de Brower, S.A. 

Nardine, G., & Watzlawick, P. (1990). El arte del cambio. Barcelona: Herder Editorial.