El Día de Muertos no sería lo mismo sin sus colores, aromas y luces. Cada detalle del altar tiene un propósito y un significado que va más allá de lo estético ¡todo tiene una historia!
- Las flores de cempasúchil, con su color naranja intenso, son las estrellas de la temporada. Se dice que su aroma guía a las almas hacia el altar, marcando su camino con pétalos encendidos por el sol.
- Las velas representan la luz y la esperanza. Cada una se enciende para iluminar el regreso de quienes ya partieron, como faros que atraviesan el tiempo.
- Y el papel picado, con sus figuras coloridas que se mueven con el viento, simboliza la fragilidad de la vida y la alegría que nunca muere. Es el toque que le da movimiento y vida a la ofrenda.
Juntas, estas tradiciones nos recuerdan que el Día de Muertos es mucho más que una fecha: es una fiesta para el alma, donde la vida y la memoria se mezclan en colores, luz y amor.